miércoles, 3 de diciembre de 2008

Victoria, un desarrollo entre la industria y la educación


La ciudad de Victoria tiene como origen el fuerte de mismo nombre establecido hacia fines de marzo de 1881, en alusión a la campaña de Lima que se acababa de alcanzar durante la Guerra del Pacifico. Esta avanzada fue realizada por una expedición bajo el mando del Coronel Gregorio Urrutia, desde esa fecha nuestra ciudad ha pasado por diversos procesos que han marcado a cada uno de los habitantes.

Una vez iniciada la ocupación de la Araucanía, se trazaron las nuevas vías que cubrirá el ferrocarril. De manera simultánea se levantaban estaciones, bodegas y casas para los funcionarios. Formando en las cercanías de la estación un barrio con características propias dadas por las formas de las viviendas y el oficio de quienes las habitaban.

La historia de esta ciudad se ha caracterizado por su diversidad cultural que ha estado presente por largos, formada por colonos de diversas nacionalidades, principalmente suizos sumado a ello la fuerte presencia del pueblo mapuche en sus comunidades.

El desarrollo de la ciudad han estado presentes diversas industrias, los molinos y curtiembres ubicados a orillas del Traiguén, se sumaron cervecerías, fabrica de tallarines entre otras actividades, llenando de vitalidad y fuentes laborales sus calles.

Fue a fines del siglo XIX comenzó su auge con la llegada del ferrocarril, un trazado dividirá en dos el incipiente poblado generando una nueva organización en que el comercio y el centro administrativo se trasladarán a calle Pisagua cambiando con ello la bulliciosa calle Chorrillos.

Además, en esa misma época paso a constituirse en un punto de colonización de los diversos sectores rurales, una de las actividades que marcó su desarrollo por décadas fue el ferrocarril, la presencia de una Casa de máquinas, el ramal de Púa a Lonquimay vitalizó aún más la actividad comercial, con la presencia de diversas viviendas para trabajadores vinculados a la Empresa de Ferrocarriles del Estado.

Hacia la cordillera aún es común escuchar los recuerdos  de las personas que vieron pasar el tren por las estaciones de Púa, Cullinco, Selva Oscura y Villa Cautín, esto facilitó el desarrollo de diversos fundos y haciendas

Junto a la presencia de los hacendados también existía el cultivo de trigo por parte de pequeños agricultores, que acudían a los incipientes poblados. Para 1893, en la comuna de Victoria existían sobre diez molinos entre los que destacaban: el Molino Victoria y el Molino El Colono.

Se va configurando la vida urbana de la ciudad. Las primitivas casas de madera aserrada dan paso a fachadas mas elaboradas ejecutadas en hormigón. Aparecen los estilos arquitectónicos el Neoclásico. La actividad comercial la define el ferrocarril. Así la calle Pisagua eje principal desde la cual se conecta la ciudad, con el resto del país. Se instalan los primeros hoteles como el Royal. Letreros llenan de color los frontis de los negocios. Si antes el espacio característico de reunión lo constituía el corredor de la estación ahora lo es la calle, con sus floreados productos que llegan desde distintos puntos del país.

           Un contraste evidente de desarrollo marcado por la incipiente modernidad con la ruralidad de antaño será parte de la vida citadina. Esta será la imagen que marcara a la ciudad a lo que sumara su prestigio educacional gracias a la presencia de la Escuela Normal Rural Experimental, que hoy continua la universidad Arturo Prat.

           Victoria, siempre ha tenido vocación de ciudad comercial y educacional, son muchos alumnos que han transmitido por diversas partes del país, prestigio que sus habitantes se esfuerzan por conservar.

Finalmente en cada calle se puede apreciar con nostalgia por parte de sus habitantes sobre el desarrollo de una de las ciudades más importantes de la región y que sus habitantes de las distintas nacionalidades y origen ayudaron a forjar.

 

Angol y la expresión del modernismo arquitectónico


Angol se encuentra situada en un extenso y próspero valle a los pies de la cordillera de Nahuelbuta, junto al río Vergara y Rehue, navegable para embarcaciones pequeñas hasta el Bio Bio y Concepción. La posición estratégica de Angol queda de manifiesto en la primera fundación de la ciudad de “Los Confines” por orden de Pedro de Valdivia en 1553 y en sus siete destrucciones y refundaciones posteriores. Esto indica que Angol fue uno de los parajes claves, donde más encarnizadamente se enfrentaron los araucanos con los españoles.

De este modo, el ejército chileno comandado por Cornelio Saavedra traspuso la frontera del Bio Bio e instaló una nueva línea defensiva en el río Malleco, que incluyó la refundación de la ciudad de Angol el 7 de diciembre de 1862. Así, se desarrollo una de las ciudades en la avanzada en la Araucanìa, cuyo carácter se fue forjando gracias al comercio y la educación. En pocos años se convirtió en uno de los centros trigueros más importantes del país, con cientos de molinos, faenas agrícolas mecanizadas y miles de carretas transportando el cereal para ser embarcado hacia Concepción. La fundación de otras ciudades de la frontera como Temuco, la prolongación del ferrocarril y la creación de la provincia de Cautín produjeron el desplazamiento de la población hacia el sur. No obstante, en el siglo XX, Angol progresó en términos económicos y culturales; se estableció la Escuela Normal de Preceptoras, el Instituto Agrícola El Vergel, liceos y colegios religiosos.

También ha estado presente la naturaleza, principalmente por efectos de los distintos terremotos que la han afectado, uno de los mayores fue el de 1939, que destruyó toda la imagen neoclásica que tenía y se convirtió en una ciudad moderna.

El Movimiento Moderno, cuyas raíces encontramos en el siglo anterior, reformula los principios y la estética de la arquitectura, alejándola de las Arts & Crafts y el Modernismo, para aportar nuevas creaciones, caracterizadas por el dominio del racionalismo y las líneas puras. De esta manera se levantaron una serie de edificios de líneas puras, simples, en hormigón armado, con presencia de curvas en sus vértices y ojos de buey como distintivo de la nueva realidad que configuraba la ciudad. Diversos ejemplos se pueden observar en la ciudad, el edificio de la gobernación, el Teatro Rex, la glorieta de la Plaza de Armas entre otros, sumada a la gran cantidad de viviendas que reubican en el perímetro central.

            En gran parte Angol ha sido construida gracias al rigor de la naturaleza, hecho que ha legado una expresión poco valorada y cuya cantidad se encuentra en abundancia en esta ciudad.

            El Movimiento Moderno, ha definido la imagen urbana de la capital provincial, hoy se encuentra oculto bajo letreros, comercio ambulante o abandonado, es hora de comenzar a descubrir su valor.

La inmigración árabe y el enorme aporte al comercio


A fines del siglo XIX la desestabilización del Imperio Otomano llevó a miles de árabes de fe cristiana originarios de Palestina, Siria y el Líbano a partir como inmigrantes al continente americano, estableciéndose mayoritariamente en Estados Unidos y el resto en los países latinoamericanos.

Muchos decidieron emigrar hacia Chile y su punto de radicación lo constituyó el nuevo espacio que se comenzaba a construir una vez ocupada la “Frontera”, se abría así una posibilidad inmensa para la labor innata de los árabes: el comercio.

Son muchos los apellidos que forman parte de la geografía humana de diversas ciudades, entre los cuales encontramos Nazar, Ananay, Namur, Eluti entre otros que han dedicado su vida a establecer vínculos a un mundo de productos a principios del siglo XX generando un intenso comercio entre las distintas estaciones de los ramales que se levantaban en la frontera..

Bajo la denominación de “turcos”, se le conoció en el país, debido que debieron salir con pasaporte de estado de Turquía, muchos llegaron hasta Argentina y a lomo de mula debieron cruzar la frontera hacia Chile, o bien a través del tren trasandino un par de años más tarde, como lo señaló un par de años atrás Sonia Anania Halabi en su acogedora casa, cuya familia participo de la industria textil.

Otros vinieron de Bezala, cerca de Belén, como los Eluti, con decenas de años dedicadas al comercio en Victoria, lo señala Eduardo, uno de los descendientes en la oficina de su negocio, en una primera instancia fue el comercio de telas ampliándose a otros aspecto de la demanda citadina de aquellos años, recordando la activa presencia de sus padres que los iniciaron en este oficio.

Se calcula que el total de árabes que llegó a asentarse al país fluctuó entre 8 mil y 10 mil personas, de los cuales alrededor de un 50 por ciento era de origen palestino, un 30 por ciento sirio y el 20 por ciento restante libanés.

En un principio ejercieron el comercio itinerante, recorriendo el país cargados con mercaderías, que ofrecían en las calles, luchando por darse a entender a media lengua. A poco andar los inmigrantes dominaron el idioma del comercio y comenzaron a ubicarse definitivamente en tiendas localizadas en las calles comerciales de los pueblos y ciudades del país.

Como todo proceso de inserción en una nueva sociedad pronto estos inmigrantes se abrieron paso en la naciente sociedad, a pesar del estigma y rechazo de la sociedad, muchos se abrieron paso como deportistas, empresarios, industriales generando fuentes de trabajo en diversas localidades.

En la segunda mitad del siglo XX las nuevas generaciones, mayoritariamente chilenos de origen árabe, se integraron a la sociedad chilena, especialmente por el desplazamiento de éstos hacia las profesiones liberales, la política y las expresiones artísticas y culturales.

Hoy, la sociedad de nuestras ciudades, no se entiende sin esta parte fundamental que construyeron los inmigrantes árabes, con su singularidad, su comercio y su tenacidad.

Los pueblos y la nostalgia del tren


Hoy en día a pesar de estar abandonadas sigue siendo un espacio social por excelencia, así se ha comprobado en diversos pueblos donde los añejos pilares sostienen con la inercia del progreso la amistad y el vinculo para capear las frías tardes de otoño.

 

El Ferrocarril y los pueblos del sur

            Hacia 1883, el Estado era dueño con su red central y ramales de más de novecientos kilómetros de líneas férreas. Estas vías se dividían en tres administraciones las cuales se regían por sus propios reglamentos internos. Esto originaba un desorden que perjudicaba el desarrollo fluido de este medio de transporte.            Por ello en el año 1884, el 4 de enero se creaba por ley de la República la Empresa de Ferrocarriles del Estado, institución que se encargaría de la administración de toda la red estatal que comprendía antiguas administraciones.

Este territorio era de muy baja densidad y recién comenzaba a colonizarse, por lo que se construyeron pequeñas estaciones de madera de características similares para toda la zona. Es así como un pequeño poblado alejado de centros urbanos importantes, puede integrarse al resto del país con el simple hecho de contar con una estación ferroviaria.

 

La Estación

            A fines del siglo XIX nuestra actividad cultural era profundamente influenciada por los dictados del arte europeo. Para la ejecución de las estaciones del ferrocarril se trajo a ingenieros contratados por la Dirección General de Obras Públicas para el ferrocarril del sur, quienes traspasaron a sus pares chilenos el conocimiento y la técnica utilizada en Europa.

A pesar de ser volumétrica y proporcionalmente muy distintas a las europeas, las estaciones de la Araucanía tuvieron el mismo impacto urbano que estas. En el caso de las ciudades ya formadas, es múltiple el rol urbano asumido. Pasa a definir un nuevo centro de gravedad, conformando un barrio con identidad propia.

La estación, en su expresión es un lenguaje austero, desarrollando una ornamentación elemental, pero que se adapta con gran propiedad a los recursos del momento y a su naturaleza de se, una arquitectura por necesidad es así como muchos poblados se fueron generando a partir del ferrocarril, como Quilquén, Trigal, Collipulli, Selva Oscura, Quillém, Púa.

            De esta manera, la estación pasa a definir un nuevo centro de gravedad, conformando un barrio con identidad propia, cierto comercio, bodegas, hoteles, residenciales y viviendas entregaran a este nuevo barrio una imagen muy particular, la gran mayoría este sector llegó a constituirse en parte de la memoria urbana de cada ciudad. Aunque la estación de la Araucanía fue infinitamente más pequeña que la europea era la expresión  de un edificio de máxima jerarquía,  la obra construida más importante de la ciudad. Esto la hizo distinguible y la transformó en una nueva referencia ciudadana. Era la puerta hacia otro mundo.          Así, la estación planteó un nuevo patrón en la ocupacion de la Araucanía. Donde el espacio público más significativo de las estaciones era el corredor, el de la espera, propiciando un intercambio entre los distintos actores, una sinopsis de la variedad de expresiones que habitaban en la Araucanía.

No obstante, también el acto mágico de preparar la partida para introducirse en un mundo nuevo, dejando el rastro de lo ya vivido en la idea de volver a reconocerlo, al mismo tiempo, la estación del tren es el tiempo en que se encuentran el antes y el después, iniciando para siempre el viaje hacia nuestros recuerdos.

Nuestra historia: El resultado de un trueque cultural constante

Por Cristian Rodríguez Domínguez 

El desarrollo de las tierras al sur del Bío Bío ha estado definido por una continua interacción entre dos mundos, entre lo aborigen y lo foráneo, entre lo natural y lo moderno. Desde que se comienza a relatar nuestra historia, ha sido común este intercambio, el ver en el otro una parte de nosotros.

Hace unos siglos el pueblo mapuche habitaba cada unos de los rincones de este territorio, desde la cordillera al mar, y de norte a sur. La sociedad mapuche basada en una economía ganadera fue su sustento, un poblamiento lineal y continúo entre el río Malleco y el Cautín, con pequeños asentamientos en un interminable valle lleno de verdor era la imagen que escribieron los primeros cronistas españoles de nuestro territorio. En sus bordes, una abundante montaña en el sector de la cordillera de Nahuelbuta y la cordillera de Los Andes.

Así, durante años, empezó un desafío militar y cultural con el pueblo mapuche, de manera paralela avanzaron misioneros jesuitas quienes trataron de implantar la evangelización, produciendo de esta forma un primer proceso que apunta a nuestra nutrida diversidad cultural. Posteriormente, este conflicto, comenzó a evolucionar lentamente, este contraste entre la cosmovisión mapuche y el mundo occidental se empezó a radicalizar, contexto en que agonizaba el espíritu medieval español ya en retirada y cuya prolongación en estas tierras llegó hasta bien avanzado el siglo XVIII.

Una vez obtenida la Independencia, se emprende el proceso de anexión definitiva donde se incorpora este territorio al Estado chileno, con ello se activa un intercambio que traspasa el límite del Bío Bío y un afluente humano transita desde el sur del Malleco hacia el norte, y desde el norte hacia las tierras mapuches.

Se construye de esta manera una sociedad fronteriza, aquellos límites opuestos lentamente se empezaron a unir, fusionándose y construyendo un nutrido intercambio comercial, social y cultural.

             Al finalizar el siglo XIX, se da inicio al penúltimo hito de la construcción de la historia de nuestra provincia, la necesidad integrar económicamente este territorio obliga a poblarlo con inmigrantes europeos. De esta manera, llegan desde Europa, suizos, alemanes, franceses, italianos, españoles, ingleses entre otros, quienes van a intercambiar sus tradiciones, sus valores y anhelos con los habitantes de estas tierras. Nuestra cultura adquiere formas diversas de relaciones a través del tiempo y el espacio, como consecuencia de ello nuestra historia es el resultado de este trueque.

            Este intercambio se manifiesta en el campo, en la ciudad y en cada uno de sus habitantes quienes han marcado de manera transversal la sociedad rural de estas tierras y han contribuido a forjar nuestro carácter, entregar nuestros valores y ser receptivos de lo foráneo.

En su historia también se han abordado hitos relevantes dentro de la construcción de la república, fortalecer la unión en un solo territorio y cuyo símbolo más claro es el Viaducto del Malleco, también en la búsqueda de aquella unión con la Argentina se construyó el Túnel “Las Raíces”.

Así, lo hicieron nuestros caciques como Colipí, Mariluán y Quilapán, nuestros soldados como Gregorio Urrutia y Cornelio Saavedra, nuestros comerciantes como Otto Lincke, nuestros agricultores como Juan Widmer y nuestros empresarios como José Bunster entre otros. Nuestra provincia, es fruto de esta reciprocidad generada tras siglos de convivencia, y cuyo resultado podemos observar hoy. En vistas de que la  provincia de Malleco fue construida con las manos de mapuches, chilenos e inmigrantes, existe un crisol de tradiciones, que han fortalecido nuestra historia, y cuyo norte es siempre ver en los otros una parte de nosotros.  

jueves, 24 de enero de 2008

Mercado: el espacio del intercambio cultural


En la ciudad hay rincones que evocan una parte importante del pasado, son aquellos espacios que nadie visita, que nadie conoce, salvo aquellos personajes que los recorren día a día. El mercado en los pueblos de la provincia nació al alero del ferrocarril, como una integración entre campo y ciudad, cuya unión fortaleció la estación. Desde sus andenes llegaban muy temprano las mujeres con sus canastos a vender sus productos, un par de metros mas alla se ubicaban los hombres quienes ofertaban los animales pequeños con el fin de tener una mínima inversión para adquirir productos en las diversas tiendas de la ciudad.
En un principio este espacio fue una feria muy informal que agrupaba a parceleros mapuches quienes llegaban hasta el pueblo a vender sus productos desde diversas comunidades, en tanto, los pequeños campesinos las verduras y frutas de temporada, cultivadas en los fundos cercanos.
Posteriormente, tras la ausencia del ferrocarril, la dinámica propia del comercio se comenzó a articular con el transporte rural, lentamente las micros rurales invadieron el espacio del intercambio, se comenzaron a escuchar nombres como Las Cardas, Terpelle, Chamichaco, Miraflores entre otros. Se ven una secuencia de viejos colosos que han dado toda su energía en las grandes urbes y que solo vienen hasta el sur a tener un digna jubilación, al alero de olores a lechuga, cordero y quesillo. Hasta allí llegan los personajes que se identifican con su dinámica, vendedores de cinturones, helados, cuchillos que suben previo a aquel viaje lleno de colorido y expresiones propias de nuestro folklore, recorren lentamente aquel pasillo inundado de cajas, bolsas de supermercado, bebidas y los más variados productos de la ciudad.
Hoy en día, el mercado aun sigue cumpliendo el mismo rol que jugo anteriormente el espacio del intercambio, del trueque, de la unión común entre los habitantes del campo y la ciudad.
Así, este espacio forma parte de la imagen urbana de los pueblos que tuvieron ferrocarril, se mantiene el vinculo con el campo, con la tradición, con el tierra, es un reflejo de nuestra identidad provinciana.

Hogar suizo “La Providencia” en Traiguén, el pilar que sustenta la educación rural en Malleco


El Hogar suizo “La Providencia” es un referente único para comprender el legado de los suizos en la provincia de Malleco. Luego de recorrer las colonias prestando ayuda espiritual, el pastor Leutwyler se da cuenta de que existía una carencia absoluta de educación para los hijos de los colonos, especialmente por el problema del idioma. Por otro lado, las enfermedades existentes en las nuevas tierras y la escasa disponibilidad de medicamentos en la zona dejaban cada vez más huérfanos al interior de las familias de los colonos.
Así, cuando corría 1892, el último año de su contrato con la iglesia evangélica para ejercer como pastor, el pastor Leutwyler decide quedarse para buscar una solución real al problema. Gracias a las gestiones realizadas ante el gobierno chileno, consigue entonces un terreno de 80 hectáreas en las cercanías de Traiguén, específicamente en la localidad de Tricauco, donde levanta un hogar de huérfanos para los hijos de los colonos suizos en la región.
En 1893 se funda finalmente el “Asilo de Huérfanos y Escuela la Providencia”, que tenía como objetivo principal otorgar educación y protección a los niños que habían perdido a sus padres.
Para implementar el proyecto, el pastor Leutwyler consiguió ayuda del gobierno suizo, luego de realizar innumerables trámites, hasta conseguir dineros para construir un edificio escolar y un internado que contara con las comodidades necesarias.
En 1897, para asegurar su continuidad y mantención, el pastor Leutwyler funda la Corporación Asilo de Huérfanos y Escuela la Providencia, asumiendo él mismo la presidencia.
Después de 40 años en Chile y 16 años a la cabeza del proyecto, Leutwyler regresó a Suiza a vivir en un hogar de ancianos y falleció a los 87 años en Wildenstein, Reinach, en 1949.
El Hogar Suizo de la Providencia aún conserva los edificios originales del complejo. El emplazamiento central lo constituye un edificio de dos niveles a dos aguas, ubicado de oeste a este, de una volumétrica simple, simulando el galpón original. Al igual que en las primeras casas de los colonos, hacia el lado norte se ubicó un corredor en primer nivel y una galería en segundo nivel.
En tanto, hacia el sur, donde se dispuso el patio de acceso que vincula al resto de las instalaciones, el mismo edificio presenta un corredor en ambos niveles. Ésta también es una de las expresiones que caracteriza a la arquitectura suiza, cuyo rol es el constituirse en un albergue de niños en una condición irregular.
En su planta se observa la simetría característica, un eje ordenador, el pasillo, que comunica ambos corredores y, a ambos lados del pasillo, oficinas de una proporción similar.
La escalera, más funcional que estética, cercana a la puerta de acceso, comunica al segundo nivel de distribución similar al primer nivel.
Al norte, se ubica la galería, respondiendo a la necesidad de vincularse con el entorno y de protegerse de las inclemencias del clima. Lo anterior se traduce en una cubierta a dos aguas con una leve pendiente, sobre la cual se dispone de una torre, como referencia dentro de la horizontalidad del paisaje.
La construcción basada en tablas traslapadas, puestas unas sobre otras en el punto de unión, cubriéndolas para evitar el paso del viento y del frío, le confiere una expresión única y aumenta su esbeltez.
Sin embargo, aquella propuesta racional se articula con elementos decorativos como tapacantos con un tratamiento más ornamental, con figuras y alegorías que recorren su perímetro.
El corredor aún hoy es centro de encuentro para los jóvenes dispuestos a conversar y compartir experiencias, pilares que no sólo han sido el sustento de una estructura que ha entregado calidez, sino también ha sido el sostén de los alumnos que han llegado hasta allí, rememorando lo vivido por los descendientes suizos un siglo atrás.